En el sexto capítulo, Amós dirige su mensaje a los ricos y complacientes de Israel, quienes viven en la opulencia mientras ignoran la miseria de los demás. El profeta critica su despreocupación y su falsa seguridad, advirtiendo que el juicio de Dios está cerca. Utilizando imágenes vívidas, Amós describe la caída de los poderosos y la devastación que se avecina. La frase "¡Ay de los que están en Sion!" resuena como un grito de advertencia contra la arrogancia y la indiferencia hacia el sufrimiento ajeno. Este capítulo destaca la justicia de Dios y su compromiso con los oprimidos, recordando a Israel que su riqueza y posición no los protegerán del juicio divino. Amós llama a la nación a despertar de su letargo y a reconocer la gravedad de su situación.
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