Felipe, uno de los primeros evangelistas cristianos, recibe un impulso directo del Espíritu Santo para acercarse a un carro. Este momento es significativo, ya que subraya el papel del Espíritu Santo en la guía de los creyentes hacia oportunidades de ministerio y de compartir el Evangelio. El carro pertenece a un eunuco etíope, un hombre de gran autoridad bajo la reina de Etiopía, que está leyendo el libro de Isaías. La instrucción del Espíritu a Felipe es un recordatorio de la importancia de ser sensibles y receptivos a la guía de Dios. Este encuentro da lugar a una conversación que resulta en el bautismo del eunuco, ilustrando cómo la guía divina puede llevar a momentos transformadores en la vida de otros. También refleja la inclusividad del Evangelio, que trasciende fronteras culturales y étnicas, y enfatiza la importancia de la obediencia a la dirección del Espíritu en el cumplimiento de la misión de Dios.
La historia de Felipe y el eunuco etíope nos invita a reflexionar sobre nuestra propia disposición a seguir la guía del Espíritu en nuestras vidas. A menudo, las oportunidades para compartir nuestra fe pueden surgir en los momentos más inesperados, y es crucial estar atentos a esas señales. La obediencia a la voz de Dios puede no solo cambiar nuestra vida, sino también impactar profundamente a quienes nos rodean, llevándolos a un encuentro personal con Cristo.