Pablo se presenta ante el rey Agripa, quien le permite defenderse. En su discurso, Pablo relata su historia de conversión en el camino a Damasco, enfatizando cómo fue llamado por Dios para llevar el evangelio a los gentiles. Su relato es apasionado y personal, mostrando la transformación que experimentó. Agripa, cautivado por el testimonio de Pablo, se pregunta si en tan poco tiempo podría ser convencido de hacerse cristiano. Pablo responde con fervor, deseando que no solo Agripa, sino todos los que lo escuchan, lleguen a conocer a Cristo. Este capítulo resalta el poder del testimonio personal y la urgencia de compartir el evangelio.
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