Los habitantes de Jerusalén, junto con sus gobernantes, no lograron ver a Jesús como el verdadero Mesías que había sido prometido. A pesar de su falta de reconocimiento, sus acciones al condenar a Jesús no estaban fuera del plan soberano de Dios. De hecho, estaban cumpliendo las profecías que habían sido proclamadas por los profetas y leídas en las sinagogas cada sábado. Esto nos recuerda el misterio de los caminos de Dios, donde incluso el malentendido y el error humano pueden entrelazarse en su narrativa divina. Subraya la importancia del discernimiento espiritual y la apertura a las revelaciones de Dios, así como la certeza de que los propósitos de Dios prevalecerán, independientemente de las acciones humanas. Por lo tanto, se anima a los creyentes a buscar una comprensión más profunda y confiar en la sabiduría de Dios, sabiendo que sus planes siempre están en desarrollo, incluso cuando no son visibles o comprensibles de inmediato.
Porque los que habitan en Jerusalén, y sus gobernantes, no conociendo a Jesús, ni las voces de los profetas que se leen cada sábado, cumplieron estas cosas al condenarle.
Hechos 13:27
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