Cornelio, centurión de la compañía italiana, estaba destacado en Cesarea, una ciudad portuaria y centro administrativo vital en la provincia romana de Judea. Su mención en la narrativa representa un momento significativo en la Iglesia cristiana primitiva, ya que él es el primer gentil convertido al cristianismo registrado. Su historia es fundamental porque demuestra la ruptura de barreras entre judíos y gentiles, un tema central en el libro de los Hechos. Cornelio es descrito como un hombre piadoso que temía a Dios, lo que indica que respetaba las creencias y prácticas judías sin haberse convertido completamente al judaísmo. Su disposición a recibir el mensaje de Dios a través de Pedro simboliza la inclusividad de la fe cristiana, resaltando que el Evangelio es para todas las personas, sin importar su origen étnico o cultural. Este evento subraya la misión de la Iglesia primitiva de difundir las enseñanzas de Jesús a todas las naciones, cumpliendo así la Gran Comisión.
La historia de Cornelio no solo refleja la apertura del cristianismo, sino también la importancia de la fe y la obediencia a Dios, que trascienden las divisiones culturales. Su conversión es un testimonio del poder transformador del Evangelio y de cómo Dios está dispuesto a alcanzar a todos, independientemente de su trasfondo.