En el tercer capítulo, Pablo ofrece una advertencia sobre los peligros de los últimos días, caracterizados por la maldad y la corrupción moral. Describe a las personas que se volverán egoístas, desobedientes y amantes de los placeres más que de Dios. Este sombrío retrato de la humanidad resalta la necesidad de discernimiento y resistencia ante tales influencias. Sin embargo, Pablo también recuerda a Timoteo la importancia de las Escrituras, que son capaces de hacerle sabio para la salvación a través de la fe en Cristo Jesús. Este capítulo subraya la autoridad y la relevancia de la Palabra de Dios en la vida del creyente, instando a Timoteo a permanecer firme en la enseñanza que ha recibido y a continuar en la obra del ministerio, a pesar de las dificultades que pueda enfrentar.
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