El capítulo 21 presenta el reinado de Manasés, hijo de Ezequías, quien se convierte en uno de los reyes más malvados de Judá. A pesar de la herencia piadosa de su padre, Manasés se aparta de la adoración al Dios de Israel y se entrega a prácticas idólatras, incluyendo la adoración de ídolos y la quema de sus propios hijos como sacrificio. Su reinado está marcado por la corrupción y la violencia, lo que provoca la ira de Dios. Manasés también restaura los altares paganos y lleva al pueblo a la perdición espiritual. Este capítulo es un poderoso recordatorio de cómo el liderazgo puede influir en la dirección espiritual de una nación y las devastadoras consecuencias de alejarse de Dios.
2 Reyes capítulo 21
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