El trigésimo primer capítulo de 2 Crónicas destaca los esfuerzos de Ezequías para restaurar la adoración en Judá después de las reformas religiosas que implementó. Una vez que la Pascua ha sido celebrada con éxito, el rey se dedica a organizar el culto en el Templo. Ezequías instruye al pueblo a llevar ofrendas y diezmos para proveer a los sacerdotes y levitas, asegurando que tengan los recursos necesarios para su servicio. Este capítulo subraya la importancia de la adoración comunitaria y el apoyo a los líderes espirituales. La generosidad del pueblo refleja un corazón dispuesto a honrar a Dios y a participar en la vida espiritual de la nación. Ezequías también establece un sistema para que los sacerdotes y levitas reciban su sustento, lo que refuerza la centralidad del Templo en la vida de Judá. Este capítulo es un testimonio del compromiso de Ezequías con la restauración de la verdadera adoración y la provisión para el servicio de Dios.
2 Crónicas capítulo 31
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