El vigésimo primer capítulo de 2 Crónicas marca el final del reinado de Jehosafat y el ascenso de su hijo Joram al trono de Judá. A diferencia de su padre, Joram se aleja de los caminos de Dios y sigue el ejemplo de los reyes de Israel, promoviendo la idolatría y el culto a Baal. Su reinado se caracteriza por la infidelidad y la corrupción, lo que lleva a un deterioro espiritual en Judá. Este capítulo destaca las consecuencias de alejarse de Dios y la importancia de la fidelidad en el liderazgo. A pesar de las advertencias y el legado de su padre, Joram elige un camino de desobediencia, lo que resulta en conflictos internos y la desintegración de la nación. La historia de Joram es un recordatorio de que cada generación debe elegir seguir a Dios y que las decisiones de los líderes impactan profundamente a su pueblo.
2 Crónicas capítulo 21
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