En el cuarto capítulo de 1 Juan, el apóstol aborda la necesidad de discernir los espíritus y la naturaleza del amor verdadero. Comienza advirtiendo a los creyentes sobre los falsos profetas que pueden engañar con enseñanzas erróneas. La clave para identificar la verdad es la confesión de que Jesús ha venido en carne; esta es una prueba fundamental de la fe cristiana. Juan enfatiza que el amor es la esencia de Dios y que aquellos que conocen a Dios deben amar a sus hermanos. Este amor no es solo un sentimiento, sino una acción que se manifiesta en la vida diaria. La certeza del amor de Dios hacia nosotros se convierte en la motivación para amar a los demás. El capítulo culmina con la afirmación de que el amor perfecto echa fuera el temor, lo que permite a los creyentes vivir en confianza y seguridad en su relación con Dios. Este llamado a amar y discernir es crucial para la vida cristiana, especialmente en tiempos de confusión espiritual.
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