En este pasaje, Pablo se dirige a la iglesia de Corinto, instándoles a comprender la gravedad de ciertos comportamientos pecaminosos. Enumera acciones específicas como el robo, la codicia, la embriaguez, la calumnia y el engaño, que son contrarias a los valores del reino de Dios. La énfasis no está solo en las acciones en sí, sino en la transformación del carácter que viene con seguir a Cristo. Pablo no está condenando a las personas, sino resaltando la necesidad de arrepentimiento y cambio. El reino de Dios se presenta como un ámbito de rectitud, paz y gozo, y estos comportamientos son incompatibles con tal vida. Este mensaje sirve como un llamado a examinar nuestra vida y hacer los cambios necesarios para alinearnos con la voluntad de Dios. Subraya la importancia de vivir una vida que refleje el amor y la santidad de Dios, animando a los creyentes a buscar el perdón y esforzarse por una vida que refleje las enseñanzas de Jesús. Este pasaje invita a los cristianos a perseguir una vida marcada por la integridad y un amor genuino hacia los demás, encarnando los principios del reino.
No heredarán el reino de Dios: ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los que se echan con varones.
1 Corintios 6:10
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